jueves, 6 de diciembre de 2012

Por qué moriré sola (y rodeada de gatitos)

Sí, es un título muy trágico. Pero es totalmente cierto. He decidido sincerarme con el mundo y explicar por qué mi existencia es y siempre será solitaria y falta de amor. Y, como una imagen vale más que mil palabras, la entrada de hoy va a ser una sucesión experimental de cómics. Disfrutad de mi desgracia.





 

lunes, 1 de octubre de 2012

Así acaba mi vida

Damas y caballeros, niños y niñas, de todas partes del mundo y/o universo, tengo una noticia que darles: me he puesto enferma. ¡Yay! 



En realidad solo es un resfriado muy molesto, pero en estos días me viene fatal. Esto me lleva a preguntarme si en algún momento de tu vida un resfriado te viene bien.


A lo mejor te viene bien si tus amigos quieren ir a un museo.




Pero aparte de como excusa, no se me ocurre ningún contexto en el que un resfriado no te haga odiar al mundo entero.







Volviendo al tema, resulta que esta es una de las peores semanas en las que podría haberme tocado la gripe otoñal. ¿Por qué? Pues porque acabo de llegar a mi fantástica, fantabulosa, magnífica, magnificosa universidad de Erasmus.




Y esto quiere decir que tengo que hacer fantástico, etc. papeleo.


Para lo cual tengo que ir a un montón de sitios e imprimir y rellenar un montón de formularios.




Sin olvidar, por supuesto, las clases en inglés y de asistencia obligatoria. 



Si las dos últimas semanas, cuando empecé a darme cuenta de que algo no iba bien, no hubiera salido cada noche sin excepción, tal vez en estos momentos no estaría agonizando. Esto no me hace sentir mejor.



El caso es que ni tras cuatro Strepsils se me pasa este dolor de garganta traído de los más profundos círculos del infierno. Mi novio dice que debería beber leche con miel y huevo, pero creo que arriesgarme a contraer salmonela sería tentar demasiado a la suerte.

Cabe mencionar que he sobrevivido al día de hoy con un café y un sandwich porque comer y beber suponen una tortura digna de Torquemada; no pensé que se pudiera tener tanta hambre y a la vez no querer que te entre nada en la boca.

Creo que lo voy a dejar aquí porque necesito dormir, pero volveré. Vaya si volveré.

P.d.: corazoncitos cortesía del MS Paint de Windows 7. ¿Molan o no molan?

martes, 4 de septiembre de 2012

Antigermanismo

La perspectiva de esperar cuatro horas en el aeropuerto de Frankfurt no es agradable. 

Hasta que piensas en los BREZEL.



Los brezel (brezeln en plural, pero no nos vamos a poner estrictos) son el bien encarnado en un bollo. No voy a intentar describir cómo te hace sentir un brezel caliente con un café a las nueve de la mañana porque sería inútil, pero espero que quede claro lo que opino de ellos. 



Y ahí acaba la lista de cosas buenas de Alemania.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de un país moderno, avanzado, desarrollado, en el que se armó la de Dios porque pensaron que los pepinos españoles estaban malos. 



Alemania es verde. Qué bonito, verde, árboles, bosques, pensaréis. Pero es verde porque llueve... mucho. 



No sé si puedo recalcar lo suficiente la palabra "mucho". Estamos hablando de cinco días seguidos de lluvia. En agosto.



Haría falta un post entero, que no estoy dispuesta a hacer, para hablar de los bichos, tanto en cantidad como en tamaño, que se encuentran en cada esquina. Una mañana, me encontré un mosquito del tamaño de un reloj de bolsillo; tuve que darle CUATRO golpes con una revista para matarlo. 



Supongo que, si alguien lo hubiera visto, se habría reído. 

Mi desesperación llegó al punto de aliarme con las arañas, al darme cuenta de que ellas se comen a los mosquitos.



También es verdad que eran demasiado grandes y me daba miedo acercarme para matarlas.

Los niveles de perroflautismo son alarmantes. Y, estando permitido llevar animales en los buses y metros, esto es un problema grave. ¿Por qué? Porque los hippies no tienen precisamente chihuahuas, amigos. Esto quiere decir que ocupan cuatro sitios, el hippy y su perro. 



Y esto quiere decir que yo no me siento.

Y tengo una hora de trayecto.



La gente va en bicicleta. Sí, es una costumbre sana y económica, pero es que no hay carril bici. Van por la acera. Y te pitan, y si no te apartas te atropellan. O, directamente, van a dar, como una niña que se me lanzó encima con una bici de Hello Kitty. El diablo sobre ruedas, vamos. 



Y beben agua con gas.



En el Lidl todo está desordenado.

Las tiendas de barrio cierran a las seis de la tarde.

Te miran mal cuando hablas en inglés.

No quiero seguir con esta lista pero creedme, podría. 


Para acabar este post querría decir que NO me arrepiento por no haber escrito nada en más de un mes y que espero que ningún alemán lea esto y se ofenda porque mi intención no es ofender a nadie aunque si alguien se ofendiera en realidad me daría igual porque si te ofendes por algo que lees en Internet te mereces la ofensa. 

Buenas tardes y que la fuerza os acompañe.

miércoles, 18 de julio de 2012

Cosas de mi casa

He vuelto más aburrida (y, por tanto probablemente, prolífica) que nunca. Y, como llevo una semana en casa (en mi casa de verdad), voy a hacer una lista de cosas que echo de menos de la Residencia Navas y de cosas que están mejor aquí.

-Aquí no hay butano. Vivir con butano ha sido la peor experiencia de mi vida. Vale, estoy exagerando, pero es un coñazo. Sobre todo porque SE ACABA. A media ducha, a media croqueta... No butano, no fun. 



-La ducha tiene alcachofa.  La cutrez de mi casera llegó hasta el punto de no arreglarnos la ducha, por lo que nos duchamos durante meses con una manguera. Llegar a casa y meterme en una ducha de verdad ha sido indescriptible. Y el agua está siempre caliente.



-No tengo que cocinar. Ni lavar, ni planchar. Sí, hay que ayudar con las tareas de casa, pero la presencia de una mamá se nota.

-Tengo una CAMA para mí SOLA. Vale, hacía cinco meses que no dormía en una cama. Y las dos últimas semanas compartí mi sofá con otras dos personas. Que no es que me moleste, pero la espalda, hoygan, se resiente.

 

-Pérfidos horarios. En mi casa duermo cuando quiero, como cuando quiero y cago cuando quiero. Aquí tengo que estar en pie a las 11 (tras muchas negociaciones), comer cuando come todo el mundo y, en ocasiones, hacer cola para ir al baño. 

Vale, hay muchas más cosas, pero tengo sueño. Eso es todo, amigos.

P.d.: A qué se deben los dibujos reciclados? A que no me apetece hacerlos nuevos. Problem? 


P.d.2: Hará un mes, tras un descansito en mi estudio de historia, me encontré esto en mi ordenador:




Os lo cuento porque me siento super cutre no haciendo dibujos nuevos. La culpable:


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sábado, 14 de julio de 2012

Raquel en su habitat natural

Como llevo mucho tiempo sin poner nada y dudo que vaya a hacerlo en un futuro próximo, voy a dejar una maravillosa obra de arte no hecha por mí (por eso es maravillosa). Se trata del retrato de una Frikis Comunis viendo series online tirada en el sofá en el que duerme. 






Su título es "Raquel en su hábitat natural". By Elena (http://annaoutonn.tumblr.com/). 

viernes, 6 de julio de 2012

De mudanza

Juro o prometo que no quiero dejar el blog abandonado, pero no tengo mucho tiempo porque... chanchanchan... me mudo... 

Otra vez.

Por tanto, he decidido contar la historia de cómo acabé durmiendo en un sofá.



Nadie me avisó de que debería conocer a mis compañeras de piso antes de mudarme con ellas. Pensándolo ahora, era de sentido común, pero en agosto, a cuarenta y cinco grados, lo único que quería era acabar la búsqueda y conseguir una habitación.

La más decente que conseguimos visitar tenía muchos desperfectos, pero era barata y estaba lejos del centro y cerca de la facultad.

La casera estaba loca.



No teníamos contrato.



Y solo conocía a una de las chicas que vivirían conmigo.



Cuando, en septiembre, después de vivir sola una semana, por fin conocí a la otra, fue... digamos que extraño. Su primera frase fue "el salón, ¿lo encontraste así?". Lógicamente me asusté (yo casi no había entrado en casa, y menos me había puesto a redecorar el salón) y le dije que sí. Bordemente se fue a su habitación.

Querréis saber cómo era ella. Os hago una estimación:



Después de unos meses viviendo juntas y muchos intentos fallidos de entablar conversación (la otra chica prácticamente vivía con su novio), ocurrió El Hecho.

Un compañero de clase celebró su cumpleaños en mi misma calle (que es larguísima). Fui con algunos amigos y nos bebimos hasta el agua de los floreros. Como mi casa era la más cercana, decidimos quedarnos a dormir ahí. 



Lógicamente, cuando tres personas duermen borrachas en una cama individual, se hace ruido. Después de eso, estuve una semana sin ver a mi compañera de piso (en adelante Lady Ogra) y lo olvidé. 

Craso error.

Cuando fui a pagar las facturas del mes, me esperaba con una cara como esta:



Y un discurso que haría pensar que soy su hija, más que su compañera.

Le pedí perdón dos millones de veces (obviamente deberiámos haberla dejado dormir) y seguimos como siempre. 

Unos meses después, unos cuantos amigos vinieron a casa a dormir. En mi humilde opinión, no estábamos molestando a nadie, pero una de las chicas se equivocó de puerta al ir al baño y despertó a La Ogra, que vino a mi habitación hecha una furia a insultarnos y gritarnos.

Básicamente la mandé a la mierda.



Esa misma noche, mi ahora compañero de piso me ofreció su sofá.

Y aquí estoy.

Dejaré una imagen aproximada de lo que era él llevando mi escritorio montado en mi silla por toda la ciudad y cantando reggaeton. 




Ex-compañera de piso: siento mucho que nadie te quiera, pero es que, cariño, te lo ganas.

viernes, 29 de junio de 2012

Balance

Con motivo de mi último examen (que fue el miércoles pero he estado durmiendo hasta ahora), quiero hacer una actualización de todo lo que ha pasado desde la primera entrada hasta ahora.

Para empezar, tengo sospechas de que mi erizo de mar sigue en mi pie derecho. Llevo puesta la misma camiseta playera y mañana iremos a la piscina, donde no hay ningún peligro (prometo echarme más protección solar).



Nos volvimos a quedar sin gas, además de que nos hemos enterado de que la goma está caducada desde el 2010. Es todo muy divertido ahora que sabemos que podríamos salir volando al encender la luz.



La desorganización que ya teníamos se acentuó sobremanera cuando empezaron los exámenes y el calor, ya que, para que no se nos derritiera el cerebro, teníamos que estudiar de noche y dormir (mal) de día.

Los profesores, por supuesto, siguen demostrando su dedicación: desde luego, en tres semanas no da tiempo a corregir veinte exámenes.



Mi compañero de piso sigue sin sacarse el carnet de conducir, y ahora ya hay alguien más intentándolo. La verdad, no me fiaría de ir en coche con alguien que come helado con los dedos. 




Desde luego, nuestra querida casera no ha tenido la delicadeza de llamar al técnico, así que seguimos lavando toda la ropa a mano. Para dos semanas ya no nos vale la pena el esfuerzo de llamar nosotros, y lógicamente estamos demasiado ocupados asumiendo que no tenemos nada que hacer.




Los bailes de mi compañero de piso se han hecho más sexys y frecuentes, e incluso tienen lugar, en ocasiones, en la facultad. Lo más gracioso de todo es la cara de la gente que no nos conoce cuando lo ve.




Como ya he dicho antes, durante las semanas de exámenes, cambié mi horario al modo Búho Nocturno, ya que aquí, por las tardes, lo único que se puede hacer es meterse debajo del agua o morir. No negaré que me ha costado volverme a dormir a horas cristianas, pero ha valido la pena.
 
Creo que eso es todo lo que tengo que decir, por lo menos por ahora. Como mi madre me presiona para que escriba más, voy a intentar tener historias que contar. Pero decentemente.

sábado, 23 de junio de 2012

1x0.5

¡¡Qué título tan alternativo!! Sí. Es que soy muy alternativa. 



Esa era yo, siendo alternativa. Bien, os preguntaréis por qué soy tan alternativa (voy a dejar de decir esa palabra, porque está empezando a sonarme rara).



Pues resulta que estoy viendo amanecer.



Ah, ¿que eso no me hace alternativa? Vale, pero es que también estoy investigando sobre la Guerra Civil.



Si todavía no creéis que soy muy alternativa (¡mierda!), también os diré que estoy escuchando a Placebo. ¡Y lo estoy disfrutando! Para eso hay que ser muy alt... da igual.



Vale, pues además de todo eso, estoy en el balcón. Sí, habéis leído bien: de todos los sitios en los que podría estar un sábado a las seis de la mañana, estoy sentada en el balcón (por si vuestro instinto no os lo ha soplado ya, el balcón tiene más o menos unas medidas de 1x0.5 metros).



Lo único que me hace sentir un poco menos... bohemia es que, cada vez que miro hacia abajo, veo el enorme cartel, rojo y beige, de la taberna Patanegra.



Le quita un poco el encanto. O le da más. No sé.