sábado, 9 de junio de 2012

He tenido que lavar la ropa a mano.

Como lo oyen. Hoy se ha roto la lavadora, justo cuando he ido a hacer mi colada quincenal. Lavar la ropa cada dos semanas es arriesgado, sobre todo teniendo en cuenta que mi lavadora tiene unos 30 años y se veía que estaba en las últimas.



Como es comprensible, apenas me quedaba ropa limpia. No tenía otra opción, he tenido que lavar a mano. No es la primera vez: mi camiseta de Minecraft se lava a mano, y un día se me cayó una pizza de queso en un vestido blanco. 




Pero esto han sido ocasiones puntuales: es una cosa muy distinta tener que coger la ropa de dos semanas y sacar el valor de ponerte a frotar en el lavabo. 




Primero, tuve que limpiar el baño. No es que vivamos en una pocilga, pero tampoco nos preocupamos especialmente por que todo brille como el rocío. No quería que mi ropa quedara más sucia que antes después de todo mi esfuerzo. 




Cuando hube limpiado y llenado de agua y detergente el lavabo, procedí a empezar con mi camiseta playera. Una vez llena de jabón, me di cuenta de que no podría aclararla en la misma agua en la que la había enjabonado. La bañera era demasiado grande para mi tarea y el fregadero está empezando a criar un ecosistema, así que tuve que usar el bidet. 



Después de prepararlo todo, no fue muy difícil acabar de fregar; entonces tocaba tender la ropa. En el cuarto piso (vivo en un segundo) hay una magnífica azotea con cuerdas de tender que nadie usa, pero subir dos pisos de escaleras está por encima del esfuerzo que estoy dispuesta a hacer dos veces al mes.


Por esto, he ideado un sistema que me permite tender la ropa por toda la casa. Básicamente, consiste en un pantalón de pijama que no uso atado en la barandilla del pequeño balcón de mi habitación. Este tiene capacidad para unas cinco prendas, y el resto lo tiendo entre la cuerda del patio de luces y la barra de la ducha.




Mi compañero de piso ha llamado a la casera, que se muestra reticente a mandarnos un técnico. Creo sinceramente que esto es un paso más en su misión de conseguir que la casa se convierta en una máquina del tiempo que nos lleve a los años 50. Viva España.

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